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Así leía la oferta. Era la descripción de los pocos viajes que había tenido la oportunidad de disfrutar antes de salir por más de una semana de “Mi viejo San Juan”. Este era un viaje de 14 meses al otro Puerto Rico; Nueva York. y a alguna otra parte de “The Glorius Republic” que aún desconocía, una hazaña estudiantil. Lo llamé, un enfrentamiento con los mitos y tabúes que de joven escuchaba, como cuentos legendarios de la idea de un país.
Al parecer la globalización había acabado con el mito del taparrabo, pero había creado otros. Con cierta compasión me observaban algunos compañeros cuando les decía: “I’m from Puerto Rico” Dorothy no estaba en nada al lado mío, con tanto huracán, yo me empeñaba en repetir “There’s no place like home.”
-Mire mijo, las casas son de concreto- pensaba.
-Y con esta trayectoria, ya estamos curao’ de espanto-
Su referente: Katrina y Georges.
Ese fue la primera de las sorpresas. Me topé con imaginarios muy diversos o sin imaginarios at all. “Can you go there by train?”. No, pero a lo mejor lo vemos como promesa de campaña. Lo cierto es, que de niña, una de las razones para resistirme a la colonia era precisamente esa. ¿Cómo es eso de llegar a la capital de mi país en avión?. No, no, y no.
Como era de esperarse una de las asociaciones recurrentes, era entre Puerto Rico y Ricky Martín. Me preguntaron, sobre la música, la comida, las playas.
-¿La arena es blanca?- preguntaron.
-No, pero es más blanca que ésta- contesté.
-Y el mar azul como el cielo-
Uno da por sentado tantas cosas, como si fueran a estar ahí para siempre.
Luego de un verano en Nueva York y varias semanas en Puerto Rico, llegué a Los Ángeles, la otra ciudad de “The Glorius Republic” que me tocó visitar.
-We are not in Kansas anymore, Toto. ¡Uyyy, pero que frío!, ¿Quién cara…se mete a la playa con este frío? ¿Y dónde están los chicos fornidos y las chicas en bikini?
De los ocho meses que estuve allí, desde septiembre a abril, la temperatura no subió más de 75 grados. Me sentía como un verdadero “alien”, sólo conocí a un puertorriqueño, un solo puertorriqueño que estaba estudiando en Los Ángeles, ¿adivinen qué?, cine. Los Ángeles ciudad segmentada, si Crash no es precisamente una película de Ciencia Ficción. Allí conocí a los “surfers “
-Puerto Rico? OHH, good surfing in Rincón- repetían.
-Jejeje, pues sí…eso dicen- contestaba.
Otro de nuestros héroes mitológicos era Daddy Yankee. “¿Tu bailas reggaetón?” “¡Ay enséñame a bailar reggaetón!” Mire mijo, es que a esa clase yo falté. El reggaetón se había convertido en la música folclórica puertorriqueña o al menos así lo veían algunos compañeros latinoamericanos.
Más adelante, en una reunión navideña laboral, algo improvisada, un inmigrante mexicano de segunda generación, un ecuatoriano, un mexicano con diez años en Estados Unidos y yo, intercambiábamos historias sobre nuestras tradiciones navideñas. En algún momento, entre el lechón y la torta de reyes, comenzó el interrogatorio.
-¿Que es eso de Puerto Rico?- preguntan.
-Pues un país.- pensé.
-¿Cómo funciona? -pregunta otro.
-¿Son o no son? -continuaban.
Ya me había dicho otro compañero mexicano, que había visitado Puerto Rico, que le gustaba la isla por las bellezas coloniales, similares a otros países latinoamericanos, pero con las ventajas de Estados Unidos. Y a ventajas se refería al factor “económico”, pues me decía que al cruzar la frontera no veías más que pobreza.
-Entonces, ¿tu eres ciudadana? -Me preguntó Mr. Ecuador.
-Sí- respondí sin más remedio
–Ósea, ¿que si yo me caso con una puertorriqueña…? -pregunta Mr. México con 10 años en Estados Unidos.
-Sí, sí, sí. -interrumpí.
– Pero, ¿cómo se siente la gente?- preguntó Mr. Ecuador.
¡Aja! La pregunta de los 64,000 chavitos.
-Pues puertorriqueños, hay algunos que se creen estadounidenses y digo estadounidenses porque americanos somos todos-
Días después, compraba algunas cosas en Walgreens. Al enseñarle mi ID a la cajera me pregunta.
-Puerto Rico?, What are you doing here? Isn’t pretty over there?
A lo que respondí.- Yes, yes it is-
Pero a lo que no tenía respuesta era a qué estaba haciendo allí. Pagué, sonreí y salí. Mientras me arreglaba el abrigo para protegerme del frío recordaba la arena blanca, bueno más blanca que ésta y el mar, azul como el cielo.
mayo 2006 San Juan, Puerto Rico