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El café nuestro de cada día…
No concibo oración sin café en mano… es parte de mi experiencia como escritora. Es ese estímulo, más que químico, emocional; como un amuleto de buena suerte, cuyo consumo se ha convertido en un rito. Es una pócima mágica que despierta la imaginación y me mantiene enfocada en el universo imaginario de personajes que reclaman una voz.
El café me abre la puerta a ese trance bendito donde se despliega el alma y todas esas preocupaciones que comparto en este libro. Es mi droga favorita. El café se ha vuelto mío cada día…
Este libro pretende mirar, cuestionar, sanar y promover algunas preocupaciones. Esos problemas sociales que vemos, que padecemos, que compartimos, no sólo a nivel local, si no, de manera global. Esas preocupaciones nuestras de cada día…
Así, pretendo darle voz a esos personajes que nadie escucha; personajes vagamente comprendidos, pero con reclamos muy honestos, muy justos y necesarios, que la ideología hegemónica descarta, margina, reprime… y que se desbordan en estas páginas en busca de aliados… Es el café de ellos de cada día…
Y es que el café nuestro de cada día no es sólo aquel sabroso elixir que nos energiza, estimula o nos une en actividades sociales, sino también es esa dolorosa realidad, nuestra realidad con personajes muy nuestros, es esa realidad que vivimos y enfrentamos a diario.
Así, que los invito a tomarse este café. A viajar a través de estas páginas a escenarios conocidos, a escenarios cotidianos que reflejan los tránsitos, las paradas, las preocupaciones de esta servidora en los pasados 10 años. A tomar 15 minutos, de esa ajetreada vida que nos consume. Son sólo 7 piezas cortas y bueno, una no tan corta.
Los invito a tomarnos un break, un Coffee Break. Los invito a pensar, a reflexionar, a cuestionar, a combatir; a tomarse una café conmigo, con nosotros, que dialoguemos, somos muchos aquí en este libro.
Olga